¿Accionas o reaccionas?
¡No entiendo cómo no se le ocurre!, ¿Tan difícil es levantar el teléfono y contestar la llamada? ¡Basta tener dos dedos de frente para darse cuenta que quien está llamando puede ser un cliente en potencia!, pero claro, si uno no se lo dice, no lo hace.
Hay que pedirle las cosas con anticipación y en reiteradas ocasiones para que las haga. Cómo me gustaría que fuera por iniciativa propia, que se diera cuenta que con algo tan simple como contestar el teléfono puede ayudarnos a salvar el negocio. Estoy aburrido de decirle las cosas. No se le ocurre nada. Nada.
Les presento al reactivo. Una persona reactiva es quien siempre culpa al resto antes de tomar la responsabilidad por sus acciones. Es quien siempre culpa a las circunstancias o al ambiente, al jefe o al compañero de trabajo.
El reactivo espera a que le digan qué hacer y cómo hacerlo antes de tomar la iniciativa y arriesgarse. Es preso de su zona de confort, y no tiene ni la más mínima intención de salir de ahí.
Esperan de una forma muy pasiva que las cosas funcionen, que el negocio caiga, que el cliente vuelva. Un reactivo no tiene metas ni objetivos propios, por ende, no avanza, se estanca.
¡Buenos días Jefe! Le cuento que he estado llamando todos los días al ingeniero y no contesta. Así que fui personalmente a la oficina donde trabajaba antes y logré conseguir su correo personal, y le escribí. Al fin contestó el día de ayer y logré concertarle una cita con él, mañana viernes.
Les presento al proactivo. Una persona proactiva es quien no busca excusas, ni justificaciones, ya que se antepone a las circunstancias.
Si encuentra un obstáculo, busca otra forma de llegar a su objetivo, no se queda esperando que alguien más le dé la solución. Se compromete con los resultados y se adelanta a encontrar respuestas.
Los proactivos tienden a ser más positivos, se sienten responsables de sus propios objetivos y los de su equipo. No esperan la pelota, van por ella.
Podemos ser más o menos proactivos a distintos estímulos. Sin embargo, una persona proactiva por naturaleza, difícilmente verá como el tren de la vida pasa por sus ojos, quedándose impávido, sin hacer nada.
Es invaluable el aporte que genera una persona proactiva dentro de un equipo de trabajo, además de ser sumamente difícil que el comportamiento se contagie.