Déjenlos jugar: 

Benjamín se levanta a las 5:00 am. A las 6:00 en punto lo pasa a buscar el bus, llegando a las instalaciones del colegio a las 7:30 am. El día transcurre entre matemáticas, sociales, física, español, ciencias y educación física, hasta terminar su jornada a las 2:30 pm.

Después de haber pasado 7 horas estudiando en el colegio, debe subir al bus que lo llevará a su casa. Benjamín almuerza a las 4:00 pm, para luego comenzar a hacer las tareas que le dejaron. A las 7:00 cena y a los treinta minutos ya está durmiendo y recargando baterías para el siguiente día de colegio.

¿Qué día tan cargado para un niño de 9 años no?, me surge otra pregunta ¿a qué hora juega? ¿a qué hora podrá ser niño?

Hoy en día es común ver a niños de 10 años, estresados, con gastritis o con problemas emocionales, producto de no poder soportar la carga de tareas y responsabilidades que la educación “moderna” les impone.

Estoy consciente que la educación es vital para el desarrollo de los seres humanos, y que no solo es necesaria, sino una de las etapas más bellas de la vida. sin embargo, ¿No es suficiente pasar 7 horas en el colegio, como para tener que llegar a la casa a hacer más tareas? ¿No debería ser el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos visto desde un punto de vista integral? Donde no solo sea importante enseñarles a hacer divisiones eternas, practicándolas una y otra vez en un cuaderno, para que al cabo de unos años, lo terminen haciendo en una calculadora.

No es posible que las casas se conviertan en colegios y las mamás en profesoras. En qué momentos se nos olvidó que son niños, que necesitan jugar, salir al parque con los amigos a andar en bicicleta, ver tele, o simplemente descansar.

¿En qué punto se llegaron a pedir trabajos tan elaborados que terminan siendo tareas también para las mamás? Porque no creo que un bifoliar echo en la computadora,  impreso, con fotos y textos explicativos sea una tarea que pueda realizar una niña de 6 años por si sola.

En mi opinión, estamos confundiendo la cantidad con la calidad. Estamos creando niños completamente desenamorados de aprender, aburridos de las mismas tareas, y de no tener ni el tiempo de sentarse a comer, y terminan comiendo chucherías o un sándwich de jamón y queso, ya que solo les dan 25 minutos para almorzar. Y por qué no decirlo, creando mamás aburridas de hacer tareas que no les corresponden.

Con lo anterior no estoy diciendo que estoy en desacuerdo con las tareas, sino que estas deben ser planificadas con base en la edad y habilidad del niño (no de la mamá o de la abuelita y además, respetando la vida y desarrollo natural de la infancia.

No es posible que nuestros niños ya no tengan tiempo para ser niños. Es tiempo de nuevas metodologías, tiempo de una nueva escuela. Donde los niños puedan desarrollarse y obtener todos los beneficios emocionales, psicomotores, cognitivos y  sociales que jugar conlleva.

Si el objetivo es que aprendan, es hora de dejarlos que también aprendan mientras juegan.  Son niños, déjenlos jugar.