Reconócelo:

Marta trabaja como enfermera desde hace más de 14 años para la misma institución. Durante estos años se ha esmerado en dar lo mejor de sí misma, haciendo que sus pacientes se sientan cómodos, contribuyendo así a su recuperación.

En las noches de turno, Marta se desahoga hablando con su compañeras sobre cómo se siente: – “La verdad, no se qué tan buena seré en mi trabajo, nunca he recibido un solo regaño; pero lamentablemente tampoco he recibido nunca ni una sola felicitación. Es como si no existiera, a veces siento que mi trabajo está de más, y que si un día simplemente ya no llegara a trabajar, nadie se daría cuenta”.

Sus compañeras intentan levantarle el ánimo, diciéndole que su trabajo sí es importante y que ellas sí extrañarían el día que no llegue a trabajar, pero muy en el fondo las compañeras de Marta se sienten de la misma manera. Poco valoradas, no reconocidas.

En mi opinión, hoy en día se hace cada vez más indispensable motivar a nuestros colaboradores y en el ámbito laboral existen múltiples formas, hoy hablaremos de uno de sus pilares fundamentales: el reconocimiento.

Su definición es “distinguir a una persona entre las demás por sus rasgos o características”, a lo cual le añadiría “logrando así demostrarles lo importante que es su trabajo para la organización”.

Muchas empresas le huyen al reconocimiento refiriéndose a él como un gasto innecesario, o una pérdida de tiempo por parte de los gerentes que evidentemente “tienen muchas mejores cosas que hacer”.

En mi opinión, el reconocimiento va mucho más allá de un bono o de un premio. Podemos reconocer de muchas maneras y de las formas más artesanales posibles. Le llamo artesanal ya que no necesitamos de una gran inversión para llevarlas a cabo y lo podemos realizar con nuestras propias manos.

Algo tan simple como una palmadita en el hombro, un aplauso de sus compañeros, un estrechón de manos unido a un buen contacto visual y un “felicitaciones, has hecho un gran trabajo” es para mí uno de los mejores reconocimientos y uno de los que uno nunca olvida.

Cómo olvidar cuando nos agradecen por hacer algo que nos costó esfuerzo y trabajo, por muy pequeño que sea, el recibirlo es sin duda música para nuestros oídos. Reconocer a otros sus logros es enseñarles que van por el buen camino, es construir en ellos confianza en sí mismos y en sus capacidades, demostrándoles que ese pequeño grano de arena que aportan a la organización es importante y necesario.