YO SI PUEDO:
Lucky trabaja en una casa. Cada cierto tiempo Laura, la dueña de la casa, le pide que le haga un par de huevos estrellados de desayuno. En el momento en que Lucky escucha las palabras “huevo estrellado” lo primero que se le viene a la mente es “Yo no puedo, se me rompen las yemas”.
A medida que Laura le pedía más huevos estrellados, el cartón de huevos duraba menos tiempo. Al momento en que Lucky hacía un huevo, iba predispuesta a romperlo y, efectivamente, así era. Sintiéndose frustrada, botaba los huevos al basurero para que nadie se diera cuenta.
A Laura le parecía muy extraño que desde que Lucky trabajaba en la casa, el cartón de huevos le duraba menos de 4 días. Hasta que finalmente comprendió, cuando un día le pidió nuevamente huevos estrellados y Lucky, sin quererlo, le dice “ay no señora, la verdad yo no puedo”. En ese momento, Laura se dio cuenta que ella constantemente botaba los huevos a los que les rompía la yema.
Por lo que se propuso demostrarle a Lucky que era capaz de hacerlos solo con controlar sus pensamientos. Le enseñó a decir “yo puedo” y a creerlo. Esto produjo que Lucky se mentalizara positivamente logrando así su objetivo.
Esta historia, simple pero verídica, es la realidad de muchos. Esto nos pasa a diario a todos y cada uno de nosotros pero con distintos tipos de huevos, nos pasa con cada una de las cosas a las que tememos. Definitivamente es mucho más fácil decir “no puedo” que decir “no sé pero aprenderé”, “voy a intentarlo”, “es difícil pero intentaré” o “me cuesta mucho pero probaré” .
Debemos saber que siempre habrán obstáculos, que no recibiremos las cosas en bandeja y que muchas veces tendremos que trabajar arduamente para conseguir lo que queremos. Seamos sinceros, la razón es que necesitamos una excusa para no hacer nada y el camino más fácil es cantar la derrota antes de haber peleado la batalla.
Una vez me dijeron que siempre esperara lo peor de cualquier situación. De esta manera, si resultaba lo que quería me pondría muy contenta y si no, no importaba ya que eso es lo que esperaba. Durante mucho tiempo le encontré lógica a esta teoría pero después me percaté que mis pensamientos se iban volviendo cada vez más negativos.
Decir “no puedo” es muy fácil y lo decimos constantemente. Es una manera derrotista de lavarse las manos y no hacer un esfuerzo por nada y por nadie.
Para mí, la definición del famoso “no puedo” es “no me siento capaz, pero tampoco me interesa trabajar para lograrlo”. En el fondo lo que hacemos es tirar la toalla antes de tiempo y acomodarnos a esa realidad. Para dejarlo atrás, debo darme cuenta que ese pensamiento no me llevará a ninguna parte y que el mayor beneficio será borrarlo de mi vocabulario para siempre.
Cambiaremos “no puedo” por “no sé”, “no he intentado”, “haré lo posible”, etc. De esta manera, en nuestras palabras estaremos inconscientemente comprometiéndonos a hacer un esfuerzo.
No importa qué tan grande sea el obstáculo, debes creer con todas tus fuerzas que eres capaz y saber de antemano que posiblemente no será fácil, pero no imposible.
Querer es poder, tú puedes.