Zona cómoda

Juan se levanta todos los días a la misma hora, hace a diario prácticamente las mismas cosas. Se siente muy cómodo con su rutina diaria ya que le provee mucha seguridad. Un día normal de trabajo, lo citan a él y a sus compañeros en la sala de reuniones para comunicarles que habrá recorte de personal. Tanto Juan como cada uno de los que estaban en la sala, se habían literalmente salvado de ser despedidos, pero la razón por la que estaban ahí era que ahora necesitaban mucho más de ellos ya que contaban con un treinta por ciento menos de personal.

En pocas palabras, les explicaron que las jornadas de trabajo iban a ser más largas, que tendrían que hacer el trabajo de su compañero y que de vez en cuando les tocaría trabajar sábados. Juan sale devastado de la sala de reuniones, pensando cómo iba a hacer para incorporar a su rutina todos estos cambios.

Desde ese día todo comienza a cambiar para Juan. A las siete de la noche no ha logrado salir del trabajo, cuando antes a esa hora ya estaba en su casa cenando con su familia. Ahora tiene el doble de trabajo y el solo hecho de ver la pila de documentos sobre su escritorio lo deprime.

¿Qué pasó con Juan?  ¿Será que Juan no es capaz de sobrellevar el cambio? O ¿será que Juan estaba tan acostumbrado a su rutina que había caído en la zona cómoda?

La zona de confort es todo lo que nos resulta fácil o familiar, tareas que ya son parte de nuestra rutina  y que realizarlas no nos requiere mayor esfuerzo.

Inevitablemente el día a día nos lleva a la rutina. Evidentemente a todos nos cuesta llegar a tener un horario ordenado y planificado donde todo marcha sobre ruedas. El problema inicia cuando me aferro tanto a esa rutina que cualquier cambio me quita la paz. Como hemos hablado antes, el cambio es inevitable y salir constantemente de la zona cómoda es necesario para cualquier persona que quiera hacer la diferencia y triunfar.

Cuando una persona cae en la zona cómoda, todo lo que tiene que hacer extra a su rutina es un problema y, dependiendo de la comodidad, probablemente se sentirá inseguro y temeroso de correr riesgos. Por muy inofensiva que parezca la zona de confort, esta nos lleva a estar estancados y a nunca conocer al gran emprendedor que todos llevamos dentro.

En fin, la realidad es que no venimos configurados con una zona cómoda específica, ya que nosotros le damos el alcance que queramos. Debemos saber que la manejamos nosotros y que nadie más decide que puede o no estar dentro de ella. La zona cómoda, funciona como un globo: mientras más aire le pongamos, más crecerá. Es decir que mientras más tareas incluyamos en nuestra zona, menos estrés nos causará el tener que realizarla.

El secreto es nunca aferrarnos a nuestra comodidad y reconocer que solo nos acerca a la mediocridad. Cuando nos encontremos con un reto en vez de mirarlo como un problema, mirémoslo como una oportunidad. Esto hará que nuestra zona cómoda se vaya expandiendo cada vez más y que cada nuevo desafío sea una nueva tarea por realizar, enfrentándolos con valentía y no escondiéndonos detrás de la rutina y del aparente bienestar que nos brinda nuestra zona de confort.