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“Ser pacientes nos da libertad, control sobre nosotros mismos, control de nuestras reacciones, de lo que pensamos, decimos y hacemos”.

 

Una de las características de nuestros tiempos es la necesidad imperiosa de obtener “todo” de manera inmediata. Cada día nos ofrecen nuevos productos y servicios que aseguran ser los más rápidos, más eficientes y que reducen drásticamente los tiempos de espera.

En épocas en las que cada día más el tiempo vale oro, nos hemos convertido inconscientemente en esclavos del reloj y por ende hemos perdido un valor apreciable, la paciencia.

¿Se imaginan que todos tuviéramos en todo momento la habilidad de decidir cómo reaccionar, independiente de la presión o estrés que nos ejerza determinada situación?

A todos nos ha pasado que tenemos que atender a un cliente que le encanta hablar, y uno con mucho trabajo que hacer y poco tiempo para escuchar. Este tipo de cliente requiere que nosotros hagamos un esfuerzo extra para darle la atención que merece y sin duda esto pone a prueba nuestra paciencia.

La paciencia la aplicamos para cosas pequeñas como soportar el tráfico diario sin enojarnos o frustrarnos, esperar que alguien nos conteste cuando le necesitamos hablar urgentemente y hasta cosas determinantes en nuestra vida como la elección de la persona que será nuestro compañero o compañera toda la vida.

¿Cuántos de nosotros no conocemos a alguien que se casó con el primero que le pasó por delante por no ser paciente y esperar al indicado?

Es igual con la persona que comienza la dieta y la deja ya que no ve los resultados tan rápido como desearía.

Sin duda, la paciencia es una virtud y quien la posee tiene en sus manos el poder de decidir cómo reaccionar ante las distintas cosas que le suceden día a día.

Algunos diccionarios describen la paciencia como “la capacidad que posee una persona para tolerar o soportar una determinada situación sin experimentar nerviosismo ni perder la calma”.

Si desde pequeños hemos aprendido que al llorar o hacer berrinche nos dan lo que deseamos, ¿cómo no vamos a desesperarnos cuando no obtenemos lo que deseamos?

En mi opinión, una persona paciente es quien se da cuenta y está consciente que no podrá tener siempre en sus manos el poder de decisión sobre todo lo que le sucede y que en ciertos momentos tendrá que dejar que las cosas tomen su propio curso.

Ser pacientes nos da libertad, control sobre nosotros mismos, control de nuestras reacciones, de lo que pensamos, decimos y hacemos.

Recuerdo hace algún tiempo me costaba mucho trabajo entender porqué a veces las cosas no resultaban como yo quería y perdía la paciencia.

Debemos trabajar la paciencia, tal cual como si fuera un músculo y así aprovechar los múltiples beneficios que traerá a nuestra vida y a la calidad de las relaciones interpersonales y laborales, que tengamos.

No dejemos que la velocidad de nuestros tiempos nos lleven a medir todo en factor de tiempo y cantidad en vez de valorar la calidad.

Estemos consientes que por mucho que nos impacientemos, lo que esperamos no se apresurará.

Aprendamos a disfrutar cada momento, valorando lo poco que avancemos y olvidándonos del resultado final.

Si estamos todo el tiempo impacientes esperando que lo que deseamos llegue, perderemos la habilidad de ser felices con lo que tenemos.

Las cosas que realmente valen la pena, son las que más vale la pena esperar.

 

“Deja la cama donde te duermes con la multitud y sal a caminar por ti mismo, es decir por lo único verdadero, es decir,…

Posted by Pao Rivano on Monday, June 18, 2018