
En algunos procesos de capacitación donde lo que buscamos es un cambio radical en los miembros de una empresa, comenzamos con el controversial tema de los paradigmas. Le llamo controversial ya que en muchos casos lo que significa un paradigma para algunos, puede ser una verdad no negociable para otros.
Hay muchos sinónimos para la palabra paradigma y estos van desde tradición, hábito, costumbre, hasta creencia y dogma. En mi opinión, un paradigma son los patrones o creencias de una sociedad que forman una visión de lo que nos rodea. Una vez que comenzamos a creer en ellos los adoptamos como verdades absolutas, para luego no dudar más de ellas.
Cuando existe un paradigma muy arraigado en una organización, este se vuelve en una enorme limitante del crecimiento de la misma y sus integrantes. Es común verlos dentro de las organizaciones disimulados con variados nombres y apariencias. Como también es común escuchar a gerentes generales que llevan años liderando la organización decir “llevamos años haciendo las cosas así y siempre nos ha resultado bien; no veo porqué tenemos que cambiar las cosas ahora“.
Este tipo de pensamiento nos lleva a dejar de evolucionar, dejar de crecer y dejar de adaptarnos. Más aun en un mercado tan cambiante como el actual, donde la tecnología no deja que disfrutes tu nueva computadora porque a los meses ya está la nueva versión que es, por mucho, superior a la tuya.
Recordemos el caso Kodak. ¿quién no tuvo en alguna época una cámara Kodak o tuvo que ahorrar para poder desarrollar un rollo de fotos? ¿qué pasó con Kodak? ¿Será que la razón por la que no está actualmente en el mercado es debido a algún paradigma¿ Por ejemplo, que quien busca la calidad en las imágenes nunca iba a utilizar una cámara digital.
¿Qué paradigmas se han roto a lo largo de la historia? ¿Cómo nos hemos venido adaptando a nuevas formas de pensar? Los paradigmas que más escuchaba cuando chica eran: “Una mujer jamás va a llegar a ser presidenta de un país”, “El principal objetivo de una empresa es generar utilidades”, “Mientras más edad, mayor conocimiento” ¿se les viene alguno a la mente?
Ahora, la cuestión con los paradigmas es que para cambiarlo se deben hacer cambios profundos en la mentalidad de una persona o de una empresa. En mi parecer, los más arraigados son los que más comodidad producen. Por esta razón hay más resistencia a su cambio.
Según Maslow, la segunda necesidad básica de los seres humanos es la seguridad. Es por esto que desde pequeños nos afianzamos a nuestras costumbres y rutinas. De alguna manera estás rutinas nos hacen sentir más confiados y seguros. El problema surge cuando creo tanto en esta afirmación que dejo de ver el panorama completo. Dejo de realizar los cambios necesarios que me llevarán al crecimiento.
Un paradigma deja de serlo cuando comprobamos lo contrario. Cuando nos surge la duda sobre si la tierra es cuadrada y luego cambiamos nuestra forma de pensar y comprobamos que la tierra es redonda. Son innumerables los paradigmas que se han roto a lo largo de la historia. No importa qué tan fuertes sean tus paradigmas. Identifícalos y nunca dejes de cuestionarte si realmente es la verdad o es solo eso. Un paradigma.