LÉEME
Es de noche y en menos de 48 horas he leído más de 350 páginas de ese manuscrito que me está absorbiendo la vida. De pronto leer se vuelve un pecado de lo inmersa que me encuentro en sus palabras, junto a un torbellino de ideas que inundan mi cabeza, prohibiéndome escuchar o atender a nada ni a nadie.
Sin darme cuenta, me encuentro embobada en el mundo que narran esas líneas, que parecieran de lo más insípidas y aburridas, pero cuando dejo de leerlas me doy cuenta que es de lo más interesante y cautivador que jamás he leído. Por un momento quisiera que esa historia se vuelva realidad y jugar por un día a ser la protagonista.
Cuando leer se vuelve un vicio, este te consume al igual que una droga y buscas excusas para poder nuevamente adentrarte en ese mundo, ese mundo totalmente distinto al tuyo, otra realidad, otros personajes, otra vida.
Son innumerables las sensaciones que un buen libro te puede dar, sobretodo una buena novela donde la historia te lleve, sin darte cuenta, a lo más profundo de la mente del autor. Descubriendo quizás cosas tan profundas e inconscientes que preferirías no revelar.
Poco a poco te vas dando cuenta de muchas cosas y comienzas no solo a analizar el libro, sino a ti mismo. Te hace reflexionar en cuanto a tus anhelos, miedos y deseos ocultos que constantemente tu subconsciente te desea revelar y, que por muchas razones, no nos atrevemos a escuchar.
En mi opinión, a quien no le gusta leer es porque nunca ha tenido en sus manos el libro correcto. Ese libro que a pesar de no poder sostenerlo con la mano y cerrar inevitablemente los ojos, parpadeas unos minutos más con tal de saber lo que pasará después.
Leer te abre la mente, te expande el pensamiento hasta límites insospechados, hace que nos demos cuenta que hay cosas más allá de las que podemos ver y que nuestra realidad se resume a la visión que nuestra vida nos permite.
Es la oportunidad de conocer y experimentar sin salir de tu casa, percibir otros mundos, otras sensaciones, otras realidades, otras culturas, otras personalidades, otra forma de vivir.
Siempre me han parecido interesantes las personas que leen, pareciera que llevan consigo todo lo que han leído a lo largo de los años. Reflejan una expresión sabia y serena, como si esas miles de páginas les han enseñado cómo llevar la vida de una mejor manera, como si hubiesen aprendido de cada una de las vivencias de sus múltiples personajes.
Innumerables son los beneficios de leer, desde un vocabulario más amplio, mayor manejo de contenidos diversos, más agilidad mental y una mejor habilidad de fluir en la comunicación, lo cual es una habilidad innata de los líderes.
Para mí, leer es un placer y para que sea efectivo, debe ser así. Concuerdo con Víctor Nell, “la lectura por placer es una forma de juego” que, al disfrutarla, nos permite no solo captar los contenidos, sino poder disfrutar de lo placentero que se convierte el leer una buena historia, que incluso llega a lograr que liberemos dopamina y serotonina, conocidas por su sensación de bienestar.
De vez en cuando es muy sano y necesario abstraerse de la realidad, mientras tengas en tu mano un buen libro que te hipnotice y te haga desearlo.