Juntos, pero no revueltos:
“Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, VUELEN JUNTOS PERO JAMÁS ATADOS”
Cuando leí esta leyenda, lo primero que se me vino a la mente fue: Juntos, pero no revueltos. Todos quienes nos hemos enamorado, sabemos lo que se siente, y lo que se sufre, cuando nos toca separarnos de la pareja, aunque sea por unas horas. Uno quisiera convertirse en chicle para andar pegado a la persona todo el santo día. Respirar el aire que respira, comer de la misma cuchara y guardar su olor en un frasquito para olerlo cuando no esté.
El problema surge cuando pasa de ser el “deseo de estar”, y se vuelve una “necesidad de estar”. Una necesidad imperiosa de pasar con la persona 24/7, llegando al punto de dejar de disfrutar las actividades que la excluyan.
Una de las razones más frecuentes de visita al psicólogo es justamente la dependencia emocional. Los expertos refieren, que esta dependencia no depende del comportamiento de la pareja, sino de una necesidad de afecto y de atención de quien depende.
Siendo generalmente la base de esta dependencia, la baja autoestima. Además de un tremendo temor a la soledad y a estar sin pareja.
¿Es eso amor? ¿Será la necesidad de estar con alguien, algo sano? ¿Al punto de que si no está conmigo, me muero? Definitivamente no. Una relación sana, no debería ser una relación demandante hasta el punto de volverse asfixiante.
Es importante que cada uno tenga su propia vida, sus pasatiempos, amigos, etc. Si no, ¿de qué van a conversar? Qué terrible que la vida de tu pareja gire en torno a la tuya, o no? Claro, al principio es rico. Sin embargo, ¡quién puede estar todos los días del año con la misma persona! Bueno, existen valientes. Pero créanme que son pocos.
“Juntos, pero no revueltos” busca encontrar esa necesidad de no necesitar. De saber que la otra persona no me pertenece, y que además, ambos necesitan de su espacio personal.
En una relación de pareja sana, existe confianza, espacio y libertad. Ambos disfrutan su tiempo separados. Tiempo, debo decir, sano y necesario. Tiempo donde extrañamos y al extrañar, valoramos. Sé que es difícil, sobre todo cuando uno ama de verdad. Al final creo que todo se resume al sabio dicho popular “si amas algo, déjalo ir. Si vuelve, es tuyo. Si no, es porque nunca lo fue”
Con esto no les digo que suban a su pareja a un barco y que esperen a que vuelva para saber si los ama. Sino de aceptar que, si está a su lado, es porque quiere y no porque debe.
La única forma de dejar de necesitar el amor de otro, es amándote a ti mismo. Además de reconocer que “amarme” no es su obligación, sino mí obligación.
Pasa tiempo a solas contigo. Disfruta la soledad. Conócete. Acéptate, y sé tal cuál eres. Sé tú mismo. Ámate.