ESTRÉS:
Aníbal tiene problemas económicos. Solo el hecho de pensar en cómo llegará a fin de mes, lo tiene desde hace tres meses literalmente sin uñas de la ansiedad. Con tal de encontrar una salida, se queda hasta más tarde en el trabajo pensando qué puede hacer para superar esta crisis. Cuando llega a casa, viene abatido, preocupado, sin ganas de hablar ni compartir y mucho menos ganas de escuchar problemas. Se puede ver en su expresión facial la carga que lleva. Aníbal se ve notablemente estresado.
Así como Aníbal, muchos vivimos día a día con una carga enorme. Algunos por pagar las cuentas, otros por sacar buenas notas y otros por tener a tiempo todo listo para su entrega. Independientemente cuál sea la causa de tu estrés, es importante que hoy lo desenmascaremos y enfrentemos qué es lo que realmente lo causa y cuáles son sus consecuencias.
En mi opinión, el estrés inicia cuando tengo que dar más de lo que estoy dispuesto o de lo que me creo capaz de dar. Es el límite entre lo que hago y lo que tengo que hacer fuera de mi rutina y mi capacidad. El origen del estrés es psicológico pero de igual manera afecta a nuestra salud física.
Las consecuencias del estrés son muchas, entre ellas podemos nombrar: la pérdida del control de nuestra vida, la fatiga, el nerviosismo, la inseguridad, entre otros. Incluso, puede causarnos alguna enfermedad y hasta envejecimiento prematuro.
Sin contar todo el daño que provocamos a quienes nos rodean ya que pensamos que nadie nos puede ayudar y nos guardamos sentimientos, pensamientos y emociones generando a la larga una bomba de tiempo que tarde o temprano estallará afectando a todos a nuestro alrededor, no solo a nosotros.
El estrés malo surge de tomar todos los retos que se nos presentan como amenazas; dejamos que cada desafío nos paralice y que nuestros pensamientos apocalípticos o exagerados sobre los resultados se vuelvan una realidad en nuestra mente.
Sin duda, el no conocerse causa estrés. Ya que si no sé de lo que soy capaz difícilmente podré ver los problemas del día a día como desafíos. Es muy importante que reflexiones acerca de cuáles son tus límites y tus capacidades, esto te ayudará a discernir de lo que eres capaz e incluso de no tomar compromisos que luego te significarán una carga muy difícil de soportar.
La buena noticia es que además del estrés malo, existe un estrés bueno. Éste nos permite tomar los retos como desafíos y ver el cambio como una oportunidad de crecimiento. Incluso, esta sensación puede ser de beneficio para nosotros, ya que provoca que aumente la adrenalina, nos mantengamos alerta y con altos niveles de energía para realizar todo lo que nos propongamos.
En conclusión, el estrés depende en gran medida de la forma en la que veas las cosas, del punto de vista que le des a cada problema y de qué tan capaz te sientes de sobrellevarlos. No es lo mismo que Aníbal piense “no tengo dinero para pagar mis deudas, estoy perdido” a que piense “no tengo dinero, pero voy a buscar la solución para salir de este hoyo, este problema no me va a ganar”.
Miremos nuestros problemas como desafíos, siempre con una actitud emprendedora y sabiéndonos capaces de buscar la solución. Cree en ti mismo y ve los retos de un punto de vista positivo, así convertirás tu estrés malo en uno bueno que te llenará de energía para lograr tus propósitos día a día.