De memoria no:
Todos los seres vivos realizan tres funciones vitales: nutrición, relación y reproducción… Todos los seres vivos realizan tres funciones vitales: nutrición, relación y reproducción… Todos los seres vivos realizan tres funciones vitales: nutrición, relación y reproducción…
Esa mañana me desperté escuchando esta frase una y otra vez. Me levanté en busca del cuarto del cual provenía la frase que taladraba mi cabeza incesantemente. “¿Qué haces?”, pregunté. “Estudiando para mi presentación de mañana”, respondió.
Cuando estudiaba comunicación escénica en la universidad me tocaba aprender de memoria los textos de las obras de teatro para la clase de actuación. En ese entonces podía repetirlos una y otra vez en mi mente. Me los sabía literalmente de memoria. Después de un par de años cuando he intentado citar alguno, no he podido recordar ni un solo párrafo. Ni siquiera uno. Qué triste ¿no? Esto ha hecho que me cuestione por qué olvidamos algunas cosas. Por qué hay cosas que no logramos guardar en nuestro “disco duro” y otras que por más que queramos no las podemos sacar de nuestra mente.
Memorizar es una técnica sumamente efectiva cuando nuestro objetivo es aprender de manera literal una canción, un párrafo, una cita o un artículo de la ley; o en cualquier caso que no podamos manipular ni cambiar ni la más mínima palabra del texto. Memorizar también ayuda a ejercitar la concentración y es además una eficaz aliada para obtener nuevos conocimientos tan necesarios como el abecedario, las capitales del mundo o las tablas de multiplicar.
Ahora, cuando nuestro objetivo es aprender sobre un tema específico, ensayar un discurso o exponer una presentación ante un grupo de personas como una junta directiva, la técnica de aprendizaje a utilizar es otra.
De hecho, una de las primeras recomendaciones a mis alumnos de retórica en la universidad es no memorizar (salvo cuando son definiciones textuales); ya que cuando memorizamos corremos el riesgo de olvidar una palabra y, en consecuencia, olvidarnos del resto del párrafo.
Independiente de la técnica, cuando memorizamos estamos tan pendientes de no olvidar una sola palabra que nos estresamos. De hecho, es muy fácil darse cuenta cuando alguien utilizó la memorización, al momento de dar una presentación o un discurso. Se delata por su expresión facial y su mirada está constantemente dirigida hacia arriba, lo cual evidencia que está intentando recordar la información.
Perdemos espontaneidad, dejamos de ser nosotros mismos por ser ese personaje que pronuncia cada una de las palabras del discurso, pero en el que no hay naturalidad. No hay vida.
En mi opinión, cuando debemos preparar un discurso o estudiar para un examen, la mejor técnica es a través del razonamiento. Con él obtenemos muchos beneficios, ya que para razonar debemos analizar lo que leemos, conocerlo por competo y entenderlo. Esta es una manera más efectiva para que podamos comprender un tema y decir que lo manejamos en su totalidad.
Debemos tomar ese libro o folleto e introducirnos en él y, a medida que vayamos leyendo, ir interpretando cada enunciado de manera que logremos comprender la esencia del mensaje para luego, con nuestras palabras, parafrasear lo leído desde nuestro propio entendimiento.
Si tu objetivo es aprender y atesorarlo en tu memoria, no memorices. Interpreta, razona, comprende.