Tranqui:
Los niños no hacen caso, el agua no calienta, mi ropa no está limpia, estoy atrasada y ¡el pelotudo de mi vecino tiene su auto atravesado en medio del condominio!
¡Son las 9 de la mañana y estoy completamente fúrica y la cabeza me comienza a explotar!
Cómo quisiera mandar todo a la cresta, agarrar el auto e irme lejos. Hasta ganas de llorar tengo. ¿Qué me pasa? ¿En qué momento me afectaron tanto las cosas? Cálmate Paola, cálmate… Respira… 1, 2, 3, 4, 5… no sirve… ¿Y ahora qué hago para quitarme esta rabia que tengo adentro?
Todos hemos pasado por momentos como este. Momentos en que no quieres que nadie te hable o que te mire. Momentos en que te gana el mal humor.
Definitivamente es preferible no llegar al punto de querer colgar a alguien del cuello. Sin embargo, cuando ya estamos en esa situación, es bien difícil salir de ella y no condenar nuestro día a la merced de los acontecimientos que nosotros mismos provocamos con nuestro mal humor.
Cuando estamos de mal humor, todo lo vemos gris y nos sumergimos en un mar de frustraciones, percibiendo que todo a nuestro alrededor está mal. En cambio, cuando estamos de buen humor, nos sentimos felices, motivados y sobre todo, positivo. Incluso, ante las dificultades.
¡Veamos algunas técnicas de cómo sacudirnos el mal humor!
Acéptalo: Acepta el hecho que estás enojada y no pelees con el sentimiento.
Respira: Contar hasta 10 es una excelente forma de calmarnos, con el pequeño detalle que lo hacemos mal. El secreto, más allá de contar, es respirar profundamente. Inspira en 6 tiempos, mantén 4 tiempos y espira votando el aire en 6 tiempos. Haz esta respiración al menos unas 5 veces. Si lo haces conscientemente verás cómo te calma.
Exprésalo: Estoy segura que en muchos casos no podemos confesarle nuestro enojo a la persona que nos causó el mal genio. Sin embargo, el hecho de hablarlo con alguien ayuda a desahogarse. Otra opción es escribir lo que sientes, escribe todo lo que se te venga a la mente, aunque nunca nadie lo llegue a leer.
Distráete: Si estás en la oficina, queriendo tirar la compu por la ventana, trata de ir a caminar. Baja el ascensor y da una vuelta o anda a comprar un café. El cambiar de ambiente te ayudará a enfriarte y hacerte consiente de tus emociones. Cuando vuelves, todo se ve distinto y más tranquilo.
Reflexiona: ¿Qué comenzó el mal humor en mí? ¿Qué me sacó de mis casillas? El reflexionar acerca de la razón de nuestro enojo o frustración nos ayudará a poder evitarlo en futuras ocasiones. Conocernos a nosotros mismos es el primer paso para controlar nuestras emociones y controlarlas. Adicionalmente, no podemos olvidar el impacto que pueden tener nuestras reacciones cuando estamos enojados.
Relájate: Escucha música tranquila, que te permita relajarte. Si pudieras añadir a eso un rico aroma y un buen té, sellarías con broche de oro el mal momento.
Todos sabemos que el mal humor nos puede hacer, decir y pensar cosas que no queremos. No dejemos que afecte nuestra vida y menos aún a quienes amamos.
Tranqui, todo pasa… ¡hasta el mal humor!