País de altruistas:
Autos, motos y camiones cargados de mercadería. Jóvenes dirigiendo el tránsito, llevando un chaleco reflectante improvisado. A lo lejos escuchabas a otro joven con un micrófono y una bocina, dirigiendo a la multitud. A pesar del calor y del tráfico, podías observar cientos de personas caminando con bolsas y cajas llenas de víveres y artículos de primera necesidad. Era inevitable sentir en el ambiente una solidaridad conmovedora. Gente deseosa de ayudar, sin importar las diferencias, ni las ideologías, o el grosor de la billetera.
A pesar de lo difícil de la situación que se vivía, todos colaboraban. Todos unidos por el mismo objetivo. Todos sudando la misma camiseta. Todos y cada uno de los que estaban, eran altruistas.
Allí aprendí que es más generoso el que poco o nada tiene que el que le sobra. Quizás porque sabe lo que se siente tener necesidad.
Cuando de ayudar se trata, es común escuchar frases cómo: “Si apenas tengo para vivir yo, con qué dinero voy a ayudar” “Eso es labor de las empresas o de los acaudalados” “Que donen parte de su fortuna a los más necesitados”
No se trata de dar lo que te sobra, ni se resume a donar inmensas sumas de dinero, o dejar tu trabajo para irte a ayudar a un país lejano.
El altruismo es por definición: “El comportamiento que aumenta las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las propias, un comportamiento de ayuda a los compañeros que están en peligro, un sacrificio personal por el beneficio de otros, es la preocupación o atención desinteresada por el otro o los otros”
Ser altruista no solo ayuda a quienes nos rodean, sino a nosotros mismos. La Fundación para la Salud Mental del Reino Unido afirma que es beneficioso para nuestra salud mentar y nuestro bienestar.
Dar mejora nuestra autoestima, quizás porque nos hace sentir útiles, capaces, y necesitados. Al sentirnos útiles, nos sentimos más felices y confiados en nuestras capacidades. Cuando lo vives, te das cuenta de todas las bendiciones que tienes y ese es uno de los motores que te lleva a querer dar de ti, sin pensar en ti.
El altruismo está presente en los pequeños detalles de nuestro comportamiento. Está en los jóvenes que visitan hospitales para brindarles alegría a los enfermos. Está en quienes destinan una semana de sus preciadas vacaciones para ir a construir casas a los pueblos. Está en quien ve a una persona necesitada y le da su almuerzo. En quien sonríe a un desconocido. Está en la señora que cargaba la olla de tamales y atol para alimentar a los rescatistas. Y sin duda está en quienes hoy, arriesgan sus vidas, con tal de darles paz y resignación a las familias del Cambray.
Dar es gratificante, aunque nunca te den las gracias directamente. Aunque nunca recibas nada a cambio. Cuando das algo de ti, recibes algo más grande del universo. Recibes multiplicado ese amor que diste cuando más lo necesitaban.
Ayudar, escuchar, donar, construir, limpiar, cuidar, no importa qué hagas. Solo hazlo del corazón.
Gracias a todos los altruistas que están dando su corazón y su vida por la paz y tranquilidad de toda una nación. Grande Guatemala, país de altruistas.