Fíjese que…
“5 minutos más.” “No tengo tiempo.” “No puedo” “Demasiado tráfico.” etc. Todos los días inventamos excusas y damos justificaciones. Lo hacemos desde la primera hora de la mañana lo hacemos al apretar el botón de snooze del despertador o del teléfono para así poder dormir 5 minutos más. los cuales muchas veces se convierten en 30.
Inventamos excusas para llegar tarde al trabajo, para no ir a la universidad o para el correo que olvidamos enviar. La excusa no es más que un pretexto y lo damos con el objetivo de librarnos de alguna culpa, por no querer hacer algo o para eximirnos de una responsabilidad.
Cuántas veces al día decimos “fíjese que”… vine tarde, pero fue culpa del tráfico; subí de peso, pero es culpa de las pastillas que me recetaron; perdí el examen, pero fue culpa de la catedrática. ¿Son realmente ciertas estas justificaciones?
Seamos sinceros, muchas de estas razones no son más que una forma de ocultar nuestra mediocridad. Lo hacemos para quedarnos tranquilos y no sentirnos culpables por los resultados de nuestras irresponsabilidades. Incluso en ocasiones aprovechamos la oportunidad para jugar el papel de víctima.
Debemos tomar conciencia que lo único que hacemos es mentirnos a nosotros mismos. No cabe la menor duda que estas justificaciones son las culpables que estemos en una situación en la cual no queremos estar, pero tampoco hacemos nada por cambiarla.
El problema radica en que una vez que encontramos una justificación ya no tenemos ninguna necesidad de cambiar o mejorar la situación. Por ejemplo, si me justifico por no ir al gimnasio, porque no tengo tiempo, luego volveré la excusa en mi realidad y por ende ya no tendré que hacer el esfuerzo de hacer ejercicio.
El inventar excusas y justificaciones provoca que nos estanquemos en la vida y en nuestro desarrollo personal. Las arraigamos en nuestra mente. “Yo nunca fui bueno para las matemáticas”, “yo no puedo levantarme temprano”, “yo nunca llego temprano a ningún lado”
Al final, es una forma cómoda de no progresar y de no sentirnos tan mal por no hacerlo.
La buena noticia es que las excusas, pretextos y justificaciones en realidad no existen. No olvidemos que nosotros mismos las creamos y por ende nosotros mismos las debemos erradicar.
¿Qué pasaría si dejáramos las excusas de lado y tomamos las riendas de nuestro futuro, de una vez por todas?
Lo primero que debemos hacer es identificar las justificaciones que nos impiden avanzar y evaluar el impacto que tienen en nuestra vida. Para esto dividiremos una hoja en 3 columnas. En la primera columna debemos escribir una lluvia de ideas de todas las excusas que constantemente damos. En la segunda vamos a poner el efecto negativo que esto tiene en nuestra vida y en la tercera el efecto positivo que nos dará el dejar todos nuestros pretextos de lado.
El último paso es reemplazar las viejas excusas por nuevas motivaciones. De esta manera, cuando un “fíjese” venga a nuestra mente, sabremos identificarlo y lo cambiaremos por un pensamiento que nos lleve al éxito.
No olvidemos que somos nosotros quienes controlamos nuestros pensamientos y nuestras acciones. Desarrollemos pensamientos que nos lleven a una constante superación.